¡Llueve! Las precipitaciones, aún en el invierno, son tan escasas en Israel que aquí siguen siendo noticia. Cada vez que cae una gota de lluvia, el país se revoluciona. Sin embargo, esta vez los paraguas han trabajado como nunca.

Los inviernos recientes habían sido leves y secos pero desde que terminó el verano, los israelíes han sido testigos de una cantidad inusualmente abrumadora de lluvias que ha dejado su huella en las calles, ríos y cascadas de todo el país.

Los datos son elocuentes: según la Autoridad del Agua de Israel, las precipitaciones entre septiembre y febrero aumentaron un 130 por ciento con respecto al promedio anual para esta época del año.

Un arroyo se llena de agua después de las fuertes lluvias en los Altos del Golán. Enero de 2019. Foto: Maor Kinsbursky/Flash90
Correntada producida por fuertes lluvias y nieve cerca del moshav Beit Zayit. Enero de 2019. Foto: Yonatan Sindel/Flash90

A pesar de la incomodidad -personificada en el caos en el tránsito-, estas lluvias exageradas fueron más que bienvenidas: en los últimos cinco años, todos los inviernos habían registrado precipitaciones inferiores a la media. Y una tierra seca como la de esta zona siempre lo siente.

Este fenómeno pluvial provocó que, por ejemplo, el nivel del agua del Mar de Galilea (también conocido como Lago Kineret) aumente nada menos que 71 centímetros durante febrero.

Inundaciones de agua fangosa en el Mar Rojo cerca de Eilat. Marzo de 2019. Foto: Maor Kinsbursky/Flash90
Un autobús conduce a través de la lluvia torrencial en Safed. Enero de 2019. Foto: David Cohen/Flash90

Pero aún no es suficiente: el lago todavía necesita otros 4,05 metros para llenarse de forma total. Por su parte, el Mar Muerto -cada vez más pequeño- perdió otros siete centímetros durante el mismo mes.

La cascada El Al en el norte de Israel. Febrero de 2019. Foto: Maor Kinsbursky/Flash90
Las cascadas de Sa’ar fluyen con fuerza después de las fuertes lluvias en los Altos del Golán. Enero de 2019. Foto: Hadas Parush/FLASH90

La gran cantidad de lluvia también provocó algunas escenas impresionantes, producidas por ríos y  cascadas desbordados.

Además, en muchas ciudades la lluvia provocó inundaciones, lo que devino en la intervención de equipos de rescate para liberar a los conductores atrapados en algunas calles y carreteras que, como se ve en la foto, terminaron convertidas en ríos.

La gente se protege de la lluvia en  el centro de Jerusalén. Noviembre de 2018. Foto: Yonatan Sindel/Flash90
Los equipos de emergencia rescatan a un hombre varado en un río inundado cerca de Jerusalén. Enero de 2019. Foto: Noam Revkin Fenton/Flash90

Aun así, seguramente veamos estas fotos con asombro y añoranza cuando el sol abrasador del Mediterráneo vuelva a golpear con fuerza en el verano. Por ahora, y mientras tanto, ¡a disfrutar la primavera!

Tormenta en el norte: el sol atraviesa las nubes en un día de invierno en los Altos del Golán. Enero de 2019. Foto: Maor Kinsbursky/Flash90