Foto de Mendy Hechtman/FLASH90
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Una copa de vino tinto cada noche puede ayudar a controlar el colesterol y y la salud cardiaca de quienes padecen de diabetes Tipo 2, según conclusiones de un estudio pionero de dos años dirigido por investigadores israelíes.

Las personas con diabetes son más susceptibles a desarrollar problemas cardiovasculares que otros y tienen niveles más bajos de “colesterol bueno”. Se cree que el resveratrol, un antioxidante del vino tinto, es beneficioso para la salud del corazón. Sin embargo, los médicos se habían mostrado reacios a recomendar un consumo moderado de alcohol —especialmente para gente con diabetes— porque hasta la fecha no se había hecho un estudio controlado de larga duración que probara sus efectos.

Con fondos de la Fundación Europea para el Estudio de la Diabetes, el estudio evaluó los efectos y la idoneidad de un consumo moderado de alcohol en diabéticos, y si el tipo de vino consumido tiene importancia.

El estudio, conocido como CASCADE (CArdiovaSCulAr Diabetes and Ethanol), tuvo lugar en la Universidad Ben-Gurion en el Negev (BGU), el Centro Médico Soroka y el Centro Negev de Investigación Nuclear. Participaron en él 224 pacientes diabéticos entre 45 y 75 años, cuya enfermedad estaba bien controlada y que no bebían alcohol habitualmente. Se les dio 150 mililitros de agua, o vino blanco o tinto durante dos años, que consumieron con una dieta mediterránea sin restricciones.

Los resultados fueron publicados recientemente en la revista Annals of Internal Medicine por investigadores de la BGU, el Centro Médico Hadassah de la Universidad Hebrea en Jerusalén, la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, la Universidad de Leipzig y el Instituto Karolinska, en Suecia.

“Se ha encontrado que el vino tinto es superior en la mejora de los perfiles metabólicos, principalmente por una modesta mejora en el perfil de lípidos al incrementar el colesterol bueno (HDL) y la apolipoproteina A1 (uno de los principales componentes del colesterol HDL), y reducir, a la vez, la relación entre el colesterol total y el HDL”, explicaron los científicos.

Concluyen que “para diabéticos con la enfermedad controlada es seguro iniciar una ingesta moderada de vino, especialmente vino tinto y como parte de una dieta saludable, lo cual reduce ligeramente el riesgo cardiometabólico”. Además, dijeron, los distintos efectos por diferencias genéticas que se encontraron pueden ayudar a identificar a pacientes diabéticos para quienes un consumo moderado de vino acarrearía un mayor beneficio clínico.

A dormir mejor

Además de la conclusión principal del estudio, los investigadores encontraron también que tanto el vino tinto como el blanco pueden mejorar el control de azúcar, lo que depende del perfil genético de cada individuo y de como su metabolismo reacciona ante el alcohol.

Sólo aquellos con una metabolización lenta del alcohol lograron esa mejora en el control del azúcar, en tanto que aquellos con procesos metabólicos más rápidos (con una dilución del alcohol en sangre en menos tiempo) no se benefician del efecto de control de la glucosa del etanol del vino. Aproximadamente, uno de cada cinco participantes en el estudio mostró una metabolización rápida.

Ni el consumo de tinto ni de blanco tuvo efecto en la presión arterial, la función del hígado o la adiposidad, ni desencadenó síntomas adversos. Sin embargo, la calidad del sueño mejoró significativamente en los grupos, tanto como los que consumieron vino tinto o blanco, en comparación con el que tomó sólo agua. Todas las comparaciones se ajustaron a cambios en los parámetros clínicos, médicos y de medicamentos de los participantes durante los años que duró el estudio.

“Las diferencias que se encontraron entre el vino tinto y el blanco han resultado ser opuestas a nuestras hipótesis iniciales, a saber, que los efectos beneficiosos del vino proceden predominantemente del alcohol”, dijo la profesora de la BGU Iris Shai, directora de la investigación de CASCADE y miembro del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Ciencias de la Salud. “Las interacciones genéticas sugieren que el etanol juega un papel importante en el metabolismo de la glucosa, pero sucede que los efectos de vino tinto provienen, adicionalmente, de componentes no alcohólicos”.

Añadió que “cualquier implicación clínica que tengan las conclusiones de CASCADE deben ser tomadas con cautela con un cuidadoso seguimiento médico”.