Las semillas de ajonjolí no son sólo esos puntitos blancos que se ven encima del pan para hamburguesas. Ricas en proteína, hierro, cinc y aceite, son la base de varios productos de la culinaria del Medio Oriente que se han hecho populares en todo el mundo, tales como tahini, hummus y halva. El aceite de ajonjolí, por otro lado, es esencial en muchos platos asiáticos y africanos.

Y aunque el ajonjolí, que se conoce también como sésamo, se cultiva desde hace 5500 años, tradicionalmente no ha sido rentable porque es difícil de cosechar y tiene rendimiento bajo. Parte del problema es que un alto porcentaje de las semillas son inadecuadas para consumo humano.

Recientemente, un investigador agrícola israelí, el profesor Zvi Peleg, de la Universidad Hebrea, ganó un premio por aumentar el rendimiento, el tamaño e incluso la calidad nutritiva del ajonjolí, para lo cual usó marcadores genéticos para indicar qué cepas tienen mayor potencial.

Después de cribar meticulosamente y reproducir más de 100.000 variantes de semillas de ajonjolí de diversas tonalidades en su laboratorio, Peleg desarrolló una variedad con semillas de mayor tamaño y más por vaina, así como con mejor biodisponibilidad de nutrientes. El profesor y su equipo están trabajando para obtener vainas de ajonjolí que se puedan cosechar con máquinas en lugar de hacerlo a mano.

Estas son buenas noticias para los consumidores y también para el sector agrícola israelí.

“El aumento de la demanda mundial de subproductos de ajonjolí ha convertido a este producto, que es de consumo altamente local, en uno de exportación importante para Israel», dijo Peleg.

En la actualidad la producción mundial de ajonjolí alcanza 4.4 millones de toneladas. Se calcula que su crecimiento será de entre 5 y 10% anualmente.

La innovación de Peleg permite a los agricultores cultivar ajonjolí de alto rendimiento en el período de verano de su ciclo de rotación anual de cosechas. Esto tiene muchos beneficios, además de la capacidad de venderlo, porque plantar en esa estación contribuye a una agricultura más sustentable. Además, variar las cosechas evita el desarrollo de malezas resistentes a herbicidas. Aunque en Israel no llueve durante el verano, las plantas de ajonjolí son resistentes a la sequía y no necesitan mucha agua.

En reconocimiento a su investigación, Peleg recibió el premio Kaye Innovation 2015, creado por el industrial farmacéutico británico Isaac Kaye en 1994 para alentar a docentes, personal y alumnos de la Universidad Hebrea a desarrollar métodos innovadores e inventos con potencial de éxito comercial y beneficios para la sociedad.

La investigación de Peleg se realiza en la Facultad de Agricultura, Alimentos y Medio ambiente Robert H. Smith de la Universidad Hebrea, en el recinto de la ciudad de Rehovot. El científico es también miembro de varios consejos editoriales de diversas publicaciones especializadas en agricultura.

Peleg estudia cómo se adaptan los cereales al estrés ambiental e identifica los genes involucrados en ese proceso por medio de métodos usados en fisiología vegetal, bioquímica, genómica funcional y bioinformática. “Nuestro objetivo es descubrir genes y características que se usarán como base para futuros programas de reproducción a fin de aumentar la productividad bajo condiciones estresantes”.

En unas semanas Peleg y un colega de la Universidad de Melbourne, en Australia, dictarán un taller sobre métodos biológicos para sustentar la producción de cosechas en aquellas condiciones.