En la remota Papúa Nueva Guinea, una isla en el Pacífico Sur al norte de Australia, los idiomas y dialectos hablados por más de 800 tribus están desapareciendo con rapidez. Y con esa desaparición estarán condenadas al olvido las historias personales de los nativos.

Golan Levi, especialista de una web israelí dedicada a la genealogía, MyHeritage, encabezó un grupo de cinco voluntarios que durante 20 días en marzo estuvieron en la isla grabando y registrando esas historias para futuras generaciones. Un guía los acompañó.

“Los principios fundamentales de MyHeritage consisten en ayudar a la gente a crear, preservar y documentar la historia de su familia, lo cual les permite que descubran cosas del pasado por medio de nuestra tecnología de vanguardia y de bases de datos que tienen acceso a más de 6.000 millones de registros históricos en todo el mundo”, dijo Levi a ISRAEL21c.

Fundada en 2003, MyHeritage tiene cerca de 80 millones de miembros en todo el mundo, mantiene 28 millones de árboles genealógicos y 1.600 millones de perfiles individuales. Cientos de millones de fotografías, con textos en más de 40 idiomas, han sido subidas al sitio por usuarios.

Sin embargo, los nativos de Papúa Nueva Guinea no tienen computadores ni teléfonos. Levi y sus compañeros estuvieron en dos poblados sin agua corriente ni electricidad, la cual suplieron con un generador que llevaron. Cada noche, después de entrevistar a los residentes, escribieron la información obtenida en computadores. Desafiaron la casi constante lluvia torrencial, dificultades con el transporte y problemas con la comida.

Aun así, dijo Levi, “Papúa Nueva Guinea parecía el lugar más natural del planeta para probar que no importa el color de nuestra piel o dónde vivamos, en el fondo somos todos básicamente iguales y nos preocupamos mucho por nuestras familias. Sin ninguna duda, esta idea ha quedado demostrada”.

 

Los entrevistadores de participaron en una festividad en la isla. Foto de Golan Levi.
Los entrevistadores participaron en una festividad en la isla. Foto de Golan Levi.

Los voluntarios de la organización, que se comunicaban principalmente en inglés entre ellos, trabajaron en una zona junto a un río y en otra en las montañas. Según se enteraron, muchas de las tribus fueron caníbales hasta la llegada de misioneros cristianos hace menos de 100 años.

“Muchas de las personas que conocimos, de unos 50 ó 60 años, nos contaron que sus abuelos eran cazadores de cabezas”, según Levi. “En la casa de los espíritus se les enseñaba a vivir de acuerdo a la tradición y a salir a cazar gente de tribus rivales. Por cada calavera que trajeran tenían derecho a casarse con una mujer. Así que los grandes guerreros tenían muchas mujeres”.

Incluso hoy, muchos miembros de las tribus profesan una mezcla de creencias paganas y cristianas, y les dan a los recién nacidos nombres de las dos tradiciones, la tribal y la cristiana, según pudo saber Levi.

Ohad Nitzan, uno de los voluntarios, durante una entrevista con una mujer de la isla. Foto de Golan Levi.
Ohad Nitzan, uno de los voluntarios, durante una entrevista con una mujer de la isla. Foto de Golan Levi.

El equipo usó el programa Family Tree Builder de la compañía para documentar detalles básicos del historial familiar, estilo de vida y rituales. Grabaron las entrevistas en video.

“Tomamos también fotos para los perfiles. Esto fue fundamental, pues muchas de estas personas no tienen ni una simple foto suya para dársela a sus descendientes”, dijo Levi.

El equipo llevó una cámara Polaroid con la cual tomaron fotos que les regalaron a los entrevistados, “que ellos realmente agradecieron”, dijo Levi.

Aunque muchos antropólogos han estudiado la desaparición de la cultura tradicional de las tribus de Papúa Nueva Guinea, Levi explicó que éste no fue el propósito de la misión. “Estamos preparados para ayudarles a preservar algo para las generaciones futuras. Con acceso o sin acceso a tecnología, todos tenemos derecho a contarle nuestras historias a nuestros hijos y nietos”.

La misión no hubiera sido más que un sueño para Levi de no ser por el entusiasmo que mostró el director ejecutivo de MyHeritage, Gilad Japeth, quien estuvo de acuerdo con la idea de inmediato.

“Se dio cuenta de que es algo urgente, porque la tradición oral de los nativos se está perdiendo poco a poco. Podemos intervenir y marcar la diferencia”.

Las actividades gratuitas son también parte de la misión de la compañía. Recientemente, por ejemplo, la labor detectivesca de MyHeritage dio como resultado que dos hermanos, separados desde el Holocausto, se encontraran después de 70 años. Uno vivía en Canadá, el otro en Israel.

Levi con niños en la zona de Hagen de la isla. Foto cortesía.
Levi con niños en la zona de Hagen de la isla. Foto cortesía.

La compañía, de 260 empleados, tiene su sede central en Or Yehuda, en el casco urbano de Tel Aviv, y filiales en varios países.

Gracias a los resultados de la misión a Papúa Nueva Guinea, MyHeritage podría enviar otros equipos en misiones de carácter altruista.

“No creemos que esta simple gota en el océano cambiará el mundo”, dijo Levi. “Nuestro objetivo es inspirar a la gente. Si podemos lograr que una sola persona se motive y haga lo mismo, incluso escribiendo en un cuaderno la información recogida y con un teléfono inteligente, y nos la envíe, la procesaremos. Gradualmente, queremos crear un movimiento de concientización”.

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