‘Eres alto y Pablo era bajito pero puedes probar su violonchelo si quieres venir a mi apartamento de Nueva York’.

En agosto de 1973, el mundialmente famoso violonchelista Pablo Casals, aceptó una invitación de la Primera Ministra israelí Golda Meir para dirigir una orquesta juvenil en Jerusalén. Hizo el viaje a pesar de que se acercaba a los 97 años. Lo acompañaron su esposa, Marta, y los violinistas Isaac Stern y Alexander Schneider.

Esa fue la última vez que Casals, oriundo de Cataluña, viajara con su violonchelo fuera de Estados Unidos; dos meses después fallecería en San Juan de Puerto Rico. En diciembre de ese mismo año, nació un niño en el Kibbutz Yizre’el, al norte de Israel, de nombre Amit Peled, a quien se le confiaría años después el preciado instrumento del español, con el cual tocaría en el país y en el exterior.

A finales de agosto, Peled, ahora profesor del Conservatorio Peabody de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Md., iniciará en una gira de dos semanas por Estados Unidos. También irán su esposa y tres hijos. 

 

Pablo y Marta Casals, centro y der., en Israel en 1973 con la Primera Ministra Meir y el ex Primer Ministro David Ben-Gurion. Foto cortesía de Amit Peled.
Pablo y Marta Casals, centro y der., en Israel en 1973 con la Primera Ministra Meir y el ex Primer Ministro David Ben-Gurion. Foto cortesía de Amit Peled.

La historia de cómo el nieto de un criador de pavos llegó a ser uno de los violonchelistas más destacados del mundo –y de cómo Marta Casals lo escogió para que hiciera uso una vez más del último violonchelo de su esposo– es obra del destino, le dijo Peled a ISRAEL21c.

Aunque su madre tocaba piano y cantaba, y a su abuelo, el criador de pavos, le gustaba tocar el violín, Peled, alto y atlético, se inclinaba más por el rugby y al baloncesto que por la música. Pero a nueve años de edad quedó cautivado por las notas que salían del violonchelo que tocaba una chica del kibutz de 14 años.

“Cuando los estudiantes de cuarto grado tuvimos que escoger un instrumento, dije que quería escoger el que ella tocaba, y el profesor de música y mis padres quedaron sorprendidos”.

De adolescente, fue a vivir con sus abuelos cerca de Netanya, al norte del país, para asistir al Colegio de Educación Secundaria para las Artes Thelma Yellin, a las afueras de Tel Aviv.

“Para entonces mi abuelo había dejado de tocar el violín, pero le encantaba tener un nieto que tocaba el violonchelo. Le gustaba, especialmente, escuchar el Triple Concierto para violín, violonchelo y piano de Beethoven, y muchos años después me oyó interpretarlo en Haifa. Si viviera, sería increíble que me viera tocar el violonchelo de Casals”.

Otro ángulo del violonchelista. Fotografía de Jonathan Hess.
Otro ángulo del violonchelista. Foto de Jonathan Hess.

 

Durante el servicio militar, Peled formó un cuarteto de cuerda que daba conciertos para soldados y, ocasionalmente, dignatarios. Un instructor de la Escuela de Música de la Universidad de Yale que estaba de visita le escuchó tocando y le ofreció una beca completa.

Poco antes de graduarse se puso en contacto con Bernard Greenhouse, uno de los pocos estudiantes de quien Casals fue mentor, y le pidió que fuera su tutor personal. Greenhouse, que vivía en Massachusetts, le dio clases gratis durante tres años a cambio de quehaceres domésticos.

En 1999, Peled y su esposa, que estaban recién casados, se trasladaron a Berlín, donde muchos de sus compañeros de secundaria y del ejército formaban parte de la vibrante escena musical de la ciudad.

En un viaje a Estados Unidos en 2002, Peled dio un concierto en Baltimore antes de su debut en Carnegie Hall, en la ciudad de Nueva York. Entre los asistentes estaba la decana del Conservatorio Peabody, quien le pidió al músico, quien para entonces tenía 27 años, que diera una clase de muestra. Un año después, tras la muerte del profesor de violonchelo, fue contratado.

Hace tres años, un estudiante y amigo suyo, Neale Perl, presidente de la Sociedad de Artes Escénicas del Kennedy Center, en Washington, DC, le invitó que tocara para la viuda de Casals.

“Fue un gran honor conocerla. Me dijo: ‘Eres alto y Pablo era bajito, pero puedes probar su violonchelo si quieres venir a mi apartamento de Nueva York’. Así que fui con Neale y lo probé”, recuerda Peled.

“Cuando lo tuve entre mis manos y toqué las primeras notas quería que mi madre y mi abuelo estuviesen allí. Estaba en la gloria tocando el violonchelo del más grande violonchelista del mundo. Unas semanas después, [Marta] me envió un email en el que me dijo que había decidido prestármelo para que pudiera ser así embajador de su legado”.

Desde entonces, Peled ha dado innumerables conciertos en todo el mundo acompañado del instrumento.

Fotografía de Fabio Bidini.
Foto de Fabio Bidini.

 

Su gira por Estados Unidos, titulada “Classical Music to Go”, comenzará en Oregón el 21 de agosto y le terminará en Baltimore, donde vive, el 5 de septiembre. Viajará en un camper alquilado, que tiene escenario portátil y luces, y tocará en lugares apartados, tal y como Casals hacía a menudo. El pianista Stefan Petrov lo acompañará.

“Pararemos en todo sitio que podamos y sacaremos sillas,» dijo en una entrevista con el New York Times. “La gente puede seguirnos a donde vamos a acampar. Sencillamente, cada día manejaremos, pararemos y tocaremos.”

Entre los muchos planes que tiene para los próximos dos años será presentarse en el 2017 con la Orquesta Sinfónica de Jerusalén para interpretar el Concierto de Violonchelo de Dvorak, que Casals grabó en 1928.

“Para mí, mantener la conexión con Israel es muy importante. Mis hijos hablan hebreo pero se están criando en Baltimore, así que siempre es bueno volver a casa”.